Por: Juan Sebastian Sánchez

Lectura critica

Quiero iniciar este ensayo apelando a dos líneas de la poeta polaca Wislawa Szymborska: Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas / y que me esfuerce después para que parezcan ligeras.

Y eso es lo que pretendo cuando hablo del poeta Ernesto García Mejía, buscar lo contrario al brillo, al hipérbaton, a lo que encandila, es decir; busco tanto en la poesía como en todo lo que escribo: la transparencia, lo ligero que no siempre significa lo menos importante. Despojar la palabra de pesos innecesarios es un acto de responsabilidad no solo con el lector sino con la literatura. Cuando pensé es escribir un ensayo sobre el poeta Ernesto busqué en la memoria sinnúmeros de conversaciones que sostuve con el poeta desde el año 2007 hasta pocos meses antes de su fallecimiento. Recordemos cuando un poeta muere puede existir la posibilidad que su obra se configure entre sus lectores como algo literariamente importante aun sin hacer una lectura más allá de la emoción y la amistad, es decir; una lectura crítica. Por ello seré lo más objetivo posible con el fin de descubrir el verdadero valor de la poesía de Ernesto García Mejía dentro de la atmosfera literaria del municipio de Itagüí.

     Quiero aclarar que en el municipio no existe una cultura de lectura crítica sobre los escritores que nacen o que desarrollan su obra dentro del municipio, y me refiero a escritores a quienes cuenten con mínimo una obra publicada. Esta ausencia de lectura crítica ha hecho que el corpus literario del municipio esté cimentado sobre bases que no corresponden a un exhaustivo análisis literario y dialéctico, sino a un sinnúmero de «amiguismos» y favores de orden político.

El poeta

Ernesto García Mejía, nace en La Estrella, Antioquia, el 23 de febrero de 1953. Sus poemas primerizos fueron publicados en Revista Prometeo cuando era dirigida por los sindicatos de Polímeros y Coltabaco. Fue columnista del periódico Notiabastos y finalista de los premios de cultura Ciudad de Itagüí, 2006.

Era el año 2007, se celebraba cada quince días la Rotonda Cultural de Itagüí, lugar donde se reunían poetas, cantantes, declamadores y transeúntes para disfrutar, o soportar lo más reciente del panorama cultural del municipio de Itagüí.

Allí conocí a Ernesto García Mejía, un hombre de contextura delgada y de estatura alta, voz potente, irreverente,  amigo, cómplice y conversador.  Siempre he tenido afinidad con la poesía no panfletaria (hay que diferenciar entre panfletario y social), pienso que la poesía está por encima de la propaganda política y del mercadeo lucrativo. Sin embargo, el poeta tiene no solo una responsabilidad literaria sino una responsabilidad social: al poeta no le es dado callar frente a la injusticia; aunque en el municipio de Itagüí sabemos que callar es una costumbre que salva muchos puestos. 

     Ernesto nunca guardó silencio ante lo que él consideraba injusto. En muchas ocasiones tuvo una postura contestataria frente a las prácticas culturares y las fracasadas administraciones de Itagüí. No tuvo un discurso académico sino que su pensamiento y su corpus poético estaba cimentado en el empirismo y la lectura, quizás por esto su obra es visceral e incendiaria más que mesurada, decantada y critica.

    Recuerdo a Ernesto García Mejía leer sus Decimas en espacios como Rotonda cultura de Itagüí y Poesía orgánica, sus Decimas se caracterizan por tener un lenguaje directo, pero no lacónico ya que el uso del hipérbaton es una constante en su obra.

 Ernesto encasilló su forma de escribir, pues aunque exploraba otras estéticas, dentro del imaginario literario del municipio se le considera un cultor de las formas clásicas. Sin embargo, sus ideas fueron creadas bajo la premisa de libertad, de ese decirlo todo sin ninguna cadena política o económica que obliga a guardar un silencio cómplice.

La escopeta de chimenea

 En el año 2011 se socializa en la Rotonda Cultural de Itagüí el libro La escopeta de chimenea libro compuestos por decimas incendiarias y que representa una parte importante de la poesía escrita bajo las formas clásicas en el municipio de Itagüí. El libro tiene entre sus páginas temas que aunque en la forma que los expresa puede parecer superficial y en ocasiones cómica que invitan a cuestionarse.  

Este sistema jurídico fue un cuento
una fábula, una falacia, una historieta[…]

Sabemos que la poesía se rige por las figuras literarias que de algún modo dan belleza al lenguaje cotidiano, y en Ernesto como bien lo dice el prólogo: […]su poesía es cruda, realista, descarnada[…]  y para acercarse a este tipo de poesía es necesario desprenderse de encontrar en ella lo que consideramos belleza

     La lectura de La escopeta de chimenea es un tránsito por lo social y el descontento del poeta: en la poesía de Ernesto se siente fuerza, vitalidad, aunque su forma clásica es atemporal, su obra cuenta con sensaciones que se han perdido en la poesía contemporánea donde se escribe con desgano que genera lastima, o con un  afán de protagonismo y fama.

     Si el lector realiza un seguimiento y una lectura profunda de inmediato va encontrar a un poeta informado de los acontecimientos que suceden en su contexto socio-político: el hurto al erario, el espionaje por parte del gobierno, Bagdad y otras heridas que parecen no cerrarse y que construyen la historia de Colombia. 

     En Itagüí no existe otro poeta que haya acudido a las decimas para estructural su obra, Ernesto fue sui generis y no podemos hacer una lectura comparativa de su estética poética y su importancia en el municipio, por lo cual su lugar en la historia literaria de Itagüí obedece a la aprehensión de un estilo que no ha sido asumido por otro poeta, es decir; un estilo solo avivado por Ernesto y sus lectores.

Las garras de la libélula

En el año 2013 Ernesto García Mejía sorprende con la publicación de Las garras de la libélula que a diferencia de La escopeta de chimenea hay aquí una estructura lejana al verso medido y rimado. Aquí Ernesto libera la palabra de la forma carcelaria del soneto, y habla no con lenguaje escueto totalmente, sino que se permite algunas metáforas sin prescindir del uso del hipérbaton que en ocasiones desgasta las ideas, pero cuando asimilamos la estética de Ernesto notamos que esto representa en grado su equilibrio poético.

…pueda ser una molécula de risa,
y entre tú y yo
masacremos el olvido
que se camufla 
en las memorias ajenas.

Este despojamiento del lenguaje directo y panfletario hace que pueda encontrar elementos poéticos: metáforas, reiteraciones, oxímoron… ya no encontramos al poeta en su rol de incendiario, sino que nos enfrentamos ante un poeta en su etapa intimista, consiente del peso que tiene la palabra detrás de la palabra, del silencio detrás del silencio.

      La poesía es insinuación que obliga a buscar luz en el reino de lo invisible y Ernesto habita en una forma cuya luz es develada a través de su lenguaje poético.

Poemas

VISITA POST-SOMÁTICA

A Raúl Gómez Jattin

Iré al roble
que se nutre   
de tus electrones   
de jaguar herido..  
iré a hablarte    
de recuerdos  ácidos   
y de almas mercenarias   
que pelean por silencios ajenos.

.

Iré Raúl   
a tu Sinú hambriento    
de tus letras volcánicas,    
y de tu mirada    
de niño malcriado.

Iré a tu Cereté  
atiborrado de tus pasos   
de león en celo…   
de tus amores   
que vertían lava  
en las horas del paroxismo…

cuando cada minuto   
se retorcía en el piso   
antes de fenecer   
triturado  
en las agujas de los relojes.

Iré a llevarte   
una tajada de mango Sirio   
para que tus papilas   
te lleven al útero    de tu principio esquivo.

Iré a tu hamaca  
a tejer con hilos   
tan delgados como tu ternura   
un edredón de llegadas  
para tu elite    
de desposeídos y falófilos   
que te iconizaron   
por tus entregas   
cotidianas y ecuménicas.

Iré Raúl a cantar contigo    
la sativa cantata    
del desgarramiento definitivo….   
de la cisura   imperecedera     
al urdimbre del imposible.  
Iré Raúl al roble,   
a tomar tus manos   
para entonar contigo     
el irresponsable    
aplauso a los desaciertos del alma.

Escudriñaré     
en la ribera de tu río    
de pronto en algún chamizo   
encuentro atascado    
un predicado…un sustantivo…     
un gerundio tuyo     
que me sirva para incubar    
un escozor a la desgracia.

Iré Raúl,    
a la eucaristía    
de tus átomos    
afiebrados.

SANTOFIMIO … QUERUBÍN  Y TIERNO 

(El encabezamiento lo dice todo)   
Mejor sería a veces no tener oído    
y perder de la vista sus delicias   
para no leer ni escuchar las noticias    
que dejan siempre, el corazón herido   
mejor privarse de uno y otro sentido,  
y ser ajeno a hechos execrables   
que los quieren mostrar como loables,    
es la televisión aparato vil y dañino    
la prensa, elemento muy mezquino    
que muestran como santos a culpables. 

Hoy me estremecí, como lo hago diario    
la indignación y la rabia hacen yunta     
los pelos se me pusieron hoy de punta      
cuando la ley en acto vil y ordinario     
le puso aureola a un triste sanguinario      
y por poco lo declara un patriota eximio     
casi convierte en paloma a semejante simio      
de la justicia fue acto vil y horroroso       
como se avergonzaría hoy Lombroso       
al saber que está libre Santofimio.

Esa sala, a la justicia dejó en cueros       
la ética ha caído a la caneca basurera       
la moral, quedó colgando de una enredadera    
la equidad, ha perdido ya sus fueros,     
en inmoralidad, ya somos los primeros       
entre lobos camina la conciencia.      
que ceguera, ante tan grande evidencia     
como se agrieta el corazón, aquí en el pecho     
que vil puñalada, le asestaron al derecho    
hienas y guales, hablando de decencia. 

Códigos y leyes, huelen a herrumbre,    
ante ellas, mudo soy e indiferente,    
pues son aplicables solo al inocente    
no son el faro, que del derecho alumbre,     
la venalidad se ha vuelto ya costumbre.      
Carece de plata, ante ellas el andrajoso     
y con millones, las elude el poderoso.     
De inocentes, las penitenciarías están llenas     
y en las calles se pasean los pumas y las hienas,     
¡Que inversión de valores tan pasmoso!        
Se esgrimieron pruebas contundentes      
de su autoría en el triste asesinato,     
en el capo, él sembró la idea y arrebato     
lo afirmó Popeye, que fue un confidente,      
Virginia tampoco se quedó silente       
todas las fotos en el sumario están; 

pero un magistrado vestido de patán       
y presidiendo dizque una sala penal,      
que yo la pondría mejor sala venal      
violó el derecho y olvidó a Galán.

El pueblo quedó atónito y paralítico,       
el derecho quedó en escombros y basura,      
Galán vituperado allá en su sepultura       
y quedó en el trono este cruel político.    
El señor Giraldo,como magistrado mítico     
pero lo reitero, una, dos… mil veces,      
que el derecho, no merece estos reveses     
que salpican a los rectos y honrados      
hay justos funcionarios y buenos magistrados    
y sé, de probos y transparentes jueces.

Quedaste Santofimio como el más sagaz,     
el niño Dios ya duerme en tu corpiño      
y no sería extraño verte en la casa de Nariño,      
y serias, hasta alto comisionado de la paz.     
De lo que tú hiciste, cualquiera no es capaz      
no le pediría al azar, yo cosas nuevas    
eres capaz de eludir todas las pruebas        
pero solo le pido a Satán, te cobre el cruel delito       
que la libertad la disfrutes muy poquito       
y que una noche Galán; te jale de las “güevas”. 

Artículo anteriorJueves Arte Y Cultura: Poemas de hombres para un mundo sin oficio
Artículo siguienteJueves Arte Y Cultura: Alejandro Gutierrez, cantautor