Por Juan Sebastián Sánchez
La revista Idearte ha emprendido la quijotesca labor de recopilar la poesía escrita en Itagüí, y construir a través del lenguaje poético la estética en que los poetas perciben la ciudad. Como la nombran, como la sienten y cómo la sufren.
En la historia reciente del municipio Daniel Sanmartín ha sabido sorprender con su disciplina. Después de hacer parte de El sueño del árbol continúo su etapa formativa en el taller Letra Tinta de la Casa de la Cultura de Itagüí. Allí comenzó un proceso en el cual pulió su voz y con la complicidad y cuidado del escritor Rafael Aguirre dio forma a su ópera prima que sería publicada con el nombre de Fiestas lóbregas, 2017, libro que pertenece al sello editorial Aguirre Ediciones, y que ha tenido una receptividad positiva entre los lectores, llegando a ser exhibido en el Parlamento de Escritores de Cartagena de Indias.
En la poética de Sanmartín, el lector reconocerá un lenguaje cercano a la estética de los poetas malditos y del simbolismo, pero lo interesante es que Sanmartín construye un estilo propio.
Una de las características de este poeta es su atmósfera donde confluye la mítica y lo gótico; lo cual puedo decir que en Sanmartín no es una moda, sino una forma de asumir la poesía y sus guerras. Una filosofía de vida, quizá lo hace para mantener el vaho de misterio, de oscuridad que resplandece, o tal vez propone a los lectores que develen a través de la lectura su obra no solo el corazón del poeta, sino el latir que en la cotidianidad hemos olvidado, pero que nos habita.
Reseña
Daniel Sanmartín nació en Medellín, 1990, pero reside en Itagüí. Fundador del colectivo artístico Poesía Orgánica Colombia. Miembro activo del taller de creación literaria LETRA-TINTA, adscrito a la red RELATA, y dirigido por el escritor Rafael Aguirre. Pertenece al club de escritura Aquileo de la biblioteca y parque cultural Débora Arango de Envigado, dirigido por el periodista y escritor Robinsón Úsuga, también al taller de Lucía Estrada, en la biblioteca Otraparte de Envigado
Su poema Noche ciega de mariposas fue seleccionado por el ministerio de cultura para ser publicado en la Antología Relata 2017. Tercer puesto en los premios y estímulos de cultura ciudad Itagüí, 2017, modalidad cuento, su poemario Fiestas lóbregas fue publicado en el año 2017 con el sello editorial Aguirre Ediciones.
IV
El universo en un plato de sopa, se sirve y el niño no lo quiere, el pintor, el futuro poeta rechazado por el rezagado tiempo, todo le asquea, le enjuta, la niega con las diáfanas expresiones. Lee a Virgilio, va por los esmeraldados árboles, la divina voz se convierte en órfico instrumento, menos mal el barbado tiempo le enseñó a tocar, ruiseñores color rosa son los únicos escuchas de la melodía.
La casa empolvada recibe al caduco poeta, en la soledad se conoce y en ella se hace amigo. Los inéditos cuadros que fueron su pena quieren ayudarle, pero ¿Cómo escuchar lo inanimado? ¿Cómo escuchar lo que dicen en tercos oídos? El universo sigue en un asqueado plato de sopa.
El niño yerto, el infausto anciano poeta y pintor, desconoce al Virgilio salvaje, al infante Orfeo y es una tragedia no griega su incólume vida, meras ideas tatuadas en hojas, llena los vasos comunicantes de una tabula rasa mental.
X
He buscado la calle del Dédalo,
me dicen los muros que paso
por un bosque de espinas,
hasta el fúrico cielo lo jura.
El universo me dio la dirección,
esta se escondía cuando casi la alcanzo,
dudé de la existencia humana,
de los mitos y hasta la filosofía me rogaba.
He buscado dicha calle,
hace honor a su nombre;
el mar me jura que sus muros cayeron,
el tigre me dice que ya es selva.
No encuentro la calle del Dédalo,
no veo la inescrutable verdad,
soy un ciclo de vida,
detective de letras que sigue buscando.
VIII
Mira mi sepulcro hecho con pétalos de lóbregas mariposas,
aquellas que tu nombre olvidó en geométrico vuelo.
Oye como el viento grita con su vestido visible
para los esclavos sin cadenas.
Mis manos; estrellas muertas que juegan a ser humanas;
vagas en desierto de hojas
sobre ese caballo de inerte mirada;
aquel que te olvidó en geométrico galopaje.
Toca esos rostros de humo
que ya son cangrejos regresivos,
siempre rojos de pasadas vergüenzas;
esos que olvidaron tu imagen con granos de arena.
Mira estos pétalos de lóbregas mariposas,
oye este viento como galopa,
toca esos cangrejos ajenos;
ya es hora de que vueles con las aves de hielo.
XII
Sigo esperando en la tosca calle, la voz que no respira, la sonrisa que no recuerda.
Ninguna viene.
Sigo allí, si no es que morí.
Aún veo los monótonos árboles, las endebles lluvias.
Si no es que morí. Aún sigo esperando.
¿De qué sirve todo eso? Solo queda alejarme como un paria,
no morir como frustrado coyote, no ser gramatical caballo en el astro océano.
Sigo esperando las calles de gélidos picos, soy cobarde lobo en bosques de púas, espíritu de ruinas aztecas, rocas sin veneno de olas,
hoy espero como guerrero vencido. Mi espada ya no me acompaña.
Soy deforme y espero en la tosca calle granos de arena.
Hice mi última guerra. Ahora son flores color agua.
IV
Solo a lo que odiamos damos nuestras vidas,
a lo pútrido y desolado.
Damos el tiempo al que negocia con él
para morir en la violencia de las cátedras.
Cansados de ser la roca que no hiere el océano,
hartos de no poder avanzar con nuestros demonios,
arrasando todo a nuestro paso.
Odiamos la carne que pertenece a otro,
la dama colmillos tiburón duende, te busca,
matando lo que ama,
cazando lo que le atrae.
Apartan las aves de tres ojos
y tres alas como pétalos de hortensias.
Leer el libro de piel caucásica
esos misterios que no puedes disfrutar,
vomitar lo que detestamos,
las esclavas sombras en reposo y amenaza
no dejan de seguirlos.
Ver el reflejo de los antecesores con cuencas y sin lengua
damos la vida y la muerte a un nuevo ciclo.